Martin Bermudez Opiniones y Dudas

sábado, julio 18, 2009

Sobre mis amigos, los héroes argentinos.

Un amigo funda una empresa, con sacrificio, con visión, con propósito. Apuesta al futuro y por eso lo construye. Está un poco más cerca de los sesenta que yo y me demuestra que debo escapar del cliché que manda deprimirse a los cincuenta “porque no hemos podido cambiar el mundo”. El lastre del prejuicio etario, propio de la década del noventa, no es más que una estupidez de la que hemos podido escapar, merced a un esfuerzo de voluntad, al que fuimos empujados por las últimas setecientas crisis nacionales. Esto me lleva a pensar que no soy el único compelido a trascender, dejando algo que valga la pena, tratando de devolver a mis hijos una tierra más justa. No buscamos el bronce, ni mis amigos ni yo. Simplemente creemos que hay chances. Todavía recordamos la fuerza de los valores. Familia, trabajo, palabra, aprendizaje, justicia, equidad, compromiso, confianza, son al mismo tiempo enunciados y contenido de nuestro credo. Por eso, cada mañana es una nueva oportunidad, un nuevo horizonte. En medio de esta gesta cotidiana, miramos noticieros donde pasean su cara dura unos señores de bigote ministerial y peinados sindicales, con tinturas ominosas y peluquines absurdos, demostrando que hablan para ellos mismos, nadie los entiende. Hay dos Argentinas: una de verdad, donde me llega una factura de más de mil pesos de gas, porque soy un “oligarca” que calefacciona su casa, mientras espero la de la luz con temor, tratando de separar la paranoia de la precaución en el cuidado de mi familia contra una gripe pertinazmente peligrosa; otra, en la que se escuchan mensajes erráticos sobre la continuidad política, la gobernabilidad, los candidatos, las alianzas…y la misma gripe, con y sin barbijo, alcohol en gel o Tamiflú. Puedo escuchar y ver a cualquiera de las dos Argentinas, yo elijo. Y me quedo con la primera, la de mis amigos los optimistas, que pagan las facturas puteando, pero siguen construyendo cosas y tienen la mirada franca y limpia, porque tienen futuro y dignidad. Lamentablemente, algunos, cegados por la ignorancia a la que los somete un sistema asimétrico de acceso a la educación, solo pueden ver lo que les dejan ver: el país de los discursos. Quizás, algún día, la educación sea de todos. Ese será el día en que me cueste menos tener amigos políticos. Por ahora, mis amigos son solo héroes.


 
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