Martin Bermudez Opiniones y Dudas

lunes, agosto 23, 2010

Los hombres de la libertad.

Ellos creen firmemente en seguir el camino de los valores. ¡Y vaya que les cuesta sacrificios! Ellos sostienen que es posible y necesario progresar colectivamente. Tienen el coraje de respetar a los demás; son solidarios, educados, empáticos, reflexivos, asertivos. Creen en el estudio, en la excelencia, en el ejemplo; y también, creen en los demás. A veces los tratan de ingenuos, o idealistas, o utópicos, pero se quedan tan tranquilos… Avanzan con la mirada y las esperanzas puestas en un mañana mejor, pero a su visión la acompañan con propósito y, a este, con pasión. Son muchos más de los que creemos, muchos; caso contrario sería imposible entender las recuperaciones casi milagrosas de nuestra amada Nación, toda vez que nos han arrastrado las inexplicables crisis vernáculas. Y encima juegan limpio. Respetan a rajatablas la Constitución, aún en momentos en que otros decidieron tomar el camino del autoritarismo… o…las armas. Han sufrido, vibrado, despotricado, llorado y gritado frente a cada momento absurdo de nuestra historia en que sintieron que todo se desbarrancaba. Han creído en la libertad absoluta de las ideas, pero respetando la ley y por sobre todas las cosas, la vida. Han dado ejemplos, nos han mostrado caminos, han sido héroes. Pero nosotros no logramos respetarlos lo suficiente. Elegimos el camino del éxito fácil y rápido, de la fama a cualquier precio. Somos capaces de dedicar horas a mirar un caprichoso heredero que ha decidido convertirse en estrella de un firmamento de cartulina, mientras en otro canal, hombres de la talla de Abel Albino nos muestran su canto de esperanza en un mañana más humano. Elegimos mal. Y también validamos la sonrisa condescendiente de los otros, que piensan en ellos como inocentes. Pero ¿Quiénes son los otros? Son los que medran en la corrupción; los que aprovechan las miserias para enriquecerse; los que poniendo cara de estadistas, arman bandas de delincuentes que sistemáticamente saquean los recursos del estado; los que pasan de oficialismo a oposición por intereses propios y nunca por ideales; los que solo ven lo que roban los de enfrente, pero callan el delito en su propia casa; los que descreen del trabajo honesto; los que pagan votos; los que prometen en campaña lo que saben que nunca podrán cumplir: los que persiguen al que piensa distinto; los que amordazan las ideas y la expresión; los violentos; los sindicalistas ricos de sindicatos pobres; los que se meten a la política al solo efecto de ganar poder e impunidad; los criminales; los narcotraficantes; los ricos “inexplicables”; los que gastan en campañas lo que no le pagan a los médicos y los maestros Esos son los otros. Sin embargo, ellos son más. Y me dan la fuerza de seguir adelante, de educar a mis hijos para que se conviertan en “ellos” y no en “los otros”. Son más, somos más…y no vale la pena bajar los brazos. Todavía existen los hombres de la libertad.


 
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