Martin Bermudez Opiniones y Dudas

martes, agosto 28, 2007

China: Sobre negociar con el grandote del barrio.

Negociar con países totalitarios ha dejado a lo largo de la historia una enseñanza dolorosa: tarde o temprano las cosas se dan vuelta, sobre todo si esos países totalitarios se encuentran en una posición de fuerza. La mentalidad totalitaria es omnímoda; lo son dentro de su país y, tarde o temprano, con los demás países. Se negocia desde la fuerza, teniendo claro que “negociar” es una forma benigna de ver relaciones asimétricas. Difícilmente pueda una pequeña nación decir que no a una potencia. Conste que el adjetivo “pequeño” no guarda relación con el tamaño sino con la realidad económica de quienes poseen los bienes que las potencias necesitan. Cuando una nación es rica en recursos naturales, tiene que soportar constantes embates de economías poderosas y, por supuesto, el ganador de esa batalla entre valor agregado y commodities termina siendo el que tiene mayor poderío económico o bélico. Nadie discute hoy el papel de China en el concierto mundial. Es casi imparable y el “casi” dejará de tener sentido en muy poco tiempo, si es que ya no lo hizo. Cuando en el año 2004 vivimos la efímera fantasía de los 15.000 millones de dólares de inversiones chinas (aunque se soñaba con donaciones), muchos analistas mostraron escepticismo. Estaban familiarizados con el estilo de los orientales y sabían que era una utopía pensar en generosidad. El optimismo del gobierno duró poco tiempo. Solo lo necesario para ver pasar una delegación china que, con tono condescendiente, desmentía los imprudentes anuncios de algunos operadores locales y dejaba al borde del papelón al actual gobierno. Incluso algunos funcionarios orientales se permitieron bromear con temas de traducciones, disparando la bilis de nuestro Presidente hasta límites insospechados y dejándole una lección: debía tener cuidado con los asesores triunfalistas. Un editorial de Ricardo Kirschbaum, Editor Jefe del Diario Clarín, ponía en su título un resumen impecable: “El fin de la novela china”. Recuerdo haber contestado ese acertado editorial con una carta abierta que aseguraba al prestigioso “colorado” que, más allá de su sesudo análisis, todavía subyacía un drama en la relación con China: el poco apego de esa nación por los derechos humanos. No era un tema menor. Yo acababa de tomar contacto con la persecución al grupo Falun Dafa y, escarbando, había llegado a preocupante información brindada por Human Rights Watch y Amnesty International que explicaba sobre un millón de prisioneros en campos de concentración, miles de muertos y torturados. Nadie quería oír; no era el momento. Nadie quería ver, no convenía. Debíamos hacer la vista gorda. De nada nos sirvió. Tres años después y a pesar de no haber tomado una posición, al menos, crítica, el gigante nos muestra las garras. Barcos parados y mercaderías (sobre todo granos) demoradas frente a los puertos chinos ponen en riesgo exportaciones por 3.500 millones de dólares. Represalia, ya que no sanción, frente a la muy natural restricción de importaciones chinas. Las preocupaciones de sectores industriales frente al avance de las manufacturas chinas fueron oídas por el gobierno, que muy acertadamente tomó cartas en el asunto. Uno de los sectores más castigado fue el textil, que desde la Fundación Pro-tejer ha explicado trabajosamente la fragilidad de su desarrollo si no se ponía coto al avance de los asiáticos. Pero también huelgan los ejemplos internacionales. Verdaderos colosos económicos como Yahoo y MSN han debido aceptar restricciones para la operación en territorio chino. Fueron obligados (y aceptaron) a restringir la libertad de información e incluso otorgar datos sobre los usuarios de sus servicios. Esto les ha valido innumerables condenas del mundo libre, que asistió a la virtual “entrega” de periodistas independientes y particulares que habían subido a la web información “peligrosa” para el régimen chino. Debemos tener en cuenta que para todos los regímenes totalitarios lo más peligroso es la libertad. El periodismo argentino ha pagado con muchas vidas esa atrocidad del totalitarismo: si informas… mueres. ¿Como se traslada este escenario cuasi doméstico a la trama internacional? Los poderosos siempre quieren más y, tarde o temprano irán por ello. Alianzas entre Irán y Rusia y de estas con China muestran que las cosas no están para dormir demasiado tranquilos. Busque Usted un común denominador en este concierto y se acercará al totalitarismo. Quizás deberíamos agradecer al destino los cortocircuitos recientes con el régimen de Chaves. Más allá de la estrecha relación con el hermoso pueblo venezolano y las lógicas interdependencias económicas entre nuestras naciones queda claro que todavía no estamos inmersos en un eje del que, tarde o temprano podríamos salir dañados. Tan dañados como nos dejaría negociar con el grandote del barrio. Cuando yo era chico, quienes teníamos una estatura muy inferior cambiábamos de vereda.


 
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