Martin Bermudez Opiniones y Dudas

martes, septiembre 14, 2010

Masonería. El arbitrio de los valores.

Casi como una especie de letanía, escucha este autor, en innumerables oportunidades, la frase: “Se han perdido los valores”. No importando el contexto social o económico o el ámbito laboral, la frase es siempre la misma. Y uno comienza a sentir que los valores tienen el mismo prospecto que los dinosaurios: figurar en algún rincón del Museo de Historia Natural. Pero, ese es el peligro de repetir ideas instaladas en el imaginario popular; terminan siendo verdad. Por supuesto, puede uno asumirse como un simple espectador de los fenómenos de la naturaleza, y dejar que la falacia se perpetúe. O bien, decidirse de una vez y para siempre a ejercer sus valores sin temor, expresándolos mediante el ejemplo, en cada uno de los aspectos de la relación con los demás. Trabajo, club, colegio, universidad, tren, colectivo, calle…son solo lugares, pero los valores deben ser una constante, en el discurso y en el accionar. En lo que a mí respecta, aporto muy humildemente mis ideas en algún escrito o discurso; eso es lo que sé hacer, pero todos tenemos la oportunidad de aportar algo desde nuestras iniciativas. Un médico sensible con sus pacientes, se nota; un abogado ético y justo es respetado; un académico con verdadera vocación por enseñar, es una eminencia, merecidamente; pero también lo es cada uno de los trabajadores que honran su oficio o profesión, aplicándose en la excelencia, el servicio y la honestidad. Tienen valores. Un funcionario probo nunca puede ser cuestionado, y los hay. Un gobernante justo puede generar desacuerdo con sus políticas, pero es respetado en su función. Es, en el lenguaje coloquial, tener “códigos”. Pero, no siempre los códigos son sinónimo de valor. Sin embargo, aquellos que no respetan ni los códigos, podrían ocupar un lugar junto a los traidores, en el último de los infiernos (Voto al Dante! ). Precisamente, el ver el descaro con el que se rompen códigos, nos hace inferir la muerte de los valores. Pero, no es así. Seguro no lo es. Los valores están subsumidos, en una especie de torbellino al que nos enfrentan algunos emergentes de la realidad. Si nos gana el pesimismo, no vemos todo lo bueno que aún existe. Me pongo a pensar en la historia; los momentos de crisis del país, y encuentro una constante. Hubo renunciamientos y altura para terminar conflictos, incluso guerras, que se evitaron por los buenos oficios de instituciones que actúan en la sociedad. Sirva esta larga introducción para entrar de lleno en el tema que (no distraídamente) me propongo destacar: el rol de la Masonería Argentina en la historia de Nuestra República. Pero no se puede hablar de la Masonería en pasado; porque no es la conjugación correcta. Por supuesto generan respeto los Hermanos que han sido Padres de la Patria, pero ellos son solo el testimonio de que debemos esforzarnos por seguir su camino. La Masonería está activa en la Argentina, como en aquellos tiempos. Y se trata de una institución, al menos, llamativa. Allí se juntan a trabajar, hombres que vienen de trabajar. Por cierto que esto es un esfuerzo, pero los Masones agradecen poder hacerlo. Saben que los valores están vivos y sobre ellos trabajan, en esa forma silenciosa, que genera misterios y abona las teorías de los autores de novelas. La Libertad, la Igualdad, la Fraternidad, son solo el comienzo de un credo que sostiene como herramientas la Ciencia, la Justicia y el Trabajo. Únicas maneras de elevar al hombre. Pero también practican la tolerancia, el respeto por las ideas de los otros, el librepensamiento y su expresión, la lealtad, la solidaridad, la filantropía, el humanismo. Hace poco, en una conversación familiar, escuché una frase que me dejó pensativo: “Y.. era un tipo muy correcto, muy profesional…se notaba que era Masón”. La persona que esto decía, casi octogenaria, pensaba en la Masonería como un valor. Pero ¿Cuál era ese valor? Esta pregunta me puso en la obligación de hacer una visión retrospectiva y leer bastante, hasta que obtuve una respuesta suficiente: La Masonería tiene valor “arbitral”. Claro que, lógicamente, muchas veces esto ha sido observado (y de allí las leyendas) solo por las clases dirigentes, el llamado “establishment”. En cuanto al resto de la sociedad, solo vieron los resultados, manifestados a través de hospitales públicos, escuelas, universidades, organizaciones benéficas o de ayuda mutua; o, el impulso de políticas de estado, que luego devinieron en leyes progresistas, pero nunca supieron que, detrás, estaba la Masonería. Extraño valor arbitral, considerando que todo fue hecho sin otro fin que el bienestar del hombre y nunca se hizo publicidad. Hoy la Orden Masónica se encuentra activa, intentando volver a tomar iniciativas superadoras, practicando sus valores en acción, recuperando su lugar de equilibrado arbitrio frente a la sociedad. Es bueno que así sea.


 
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