Nunca hubo una buena guerra ni una mala paz.
Benjamín Franklin.
Pedir por la paz es, en resumidas cuentas, lo mínimo que debemos hacer para asegurar el futuro.
Recientemente el físico Stephen Hawking publicó una pregunta en Internet:
¿cómo puede sobrevivir cien años más la raza humana en un mundo que se encuentra sumido en el caos político, social y medioambiental?
Llama la atención que muchas de las respuestas sugieren alternativas poco menos que alocadas, tales como: vida subterránea, vida submarina...
Será que nadie tiene ya esperanzas en la humanidad?
En la medida que el hombre ha ido creciendo, la constante evolución que nos muestra la historia nos ha dado señales inequívocas de que debemos definir nuevos paradigmas.
Cada paso ha tenido costos y, algunos de ellos, no han sido saldados.
El avance científico no guarda simetría con el espiritual.
Muchas de las aplicaciones de avanzada en todos los campos han sido, en su etapa fundacional, desarrollos militares.
Claro que una mente simple podría inferir que las guerras son un motor de desarrollo industrial y hasta incurrir en la canallesca idea de que la misma guerra es una característica inalienable del ser humano
Conformarnos con esta pobre justificación de la ética del horror nos convierte en testigos complacientes.
Flaco favor le hacemos a todos los que pelean desde su posición de simples hombres, si dejamos que el cinismo condescendiente de los lideres inmorales nos trate de ingenuos.
La guerra no fue, es, ni será buena.
Muchos pretenden tener razón, mostrar una o varias causas que la sustenten y demostrarnos que hay una lógica de desarrollo histórico-geográfico-económico que tornan la guerra inevitable.
Mi labor como periodista me ha llevado muchas veces a entrevistar y, más importante, hablar of-the-record con muchos corresponsales de guerra.
Podrá Usted pensar que están endurecidos, pero no, lloran como lo haría cualquiera.
Nada justifica el horror, en ningún bando, de ninguna manera.
El primer día del conflicto entre Israel y el Líbano se habló de cincuenta bajas civiles.
Al día siguiente fueron cien, al otro doscientos...
Cuando Usted, mi querido lector, esté leyendo estas líneas:¿cuántas serán las bajas?
La violencia es una sola y la respuesta es: no!