Martin Bermudez Opiniones y Dudas

miércoles, abril 16, 2008

Comunicación en Latinoamérica.Lo que dicen y lo que ves.

Como si fuera una receta magistral, se repite un modelo en la comunicación latinoamericana que, al menos, nos debe hacer reflexionar. Confrontación es la primera palabra que viene a la mente. Los grupos multimedia crecen, replicando el modelo de Rupert Murdoch, aunque, en el caso de nuestro continente, la maraña de fusiones y adquisiciones torna imposible ponerle cara y nombre a los púgiles mediáticos. Políticos contra periodistas, vedettes contra vedettes, ciudadanos contra ciudadanos, políticos contra políticos (aunque esto sería lo más natural), comunidades versus empresas, empresarios y cámaras contra gobiernos y gremios. No se ahorran insultos, descalificaciones, discriminación, ni siquiera agresiones físicas. Parece que el único modelo efectivo de disenso es anatemizar al oponente. Si uno creyese en las teorías conspirativas, podría pensar en un plan continental para “babelizar” el diálogo, tornando imposible todo consenso saludable en vistas al crecimiento de los países y los ciudadanos. A río revuelto… se van fortaleciendo los actores principales de estas batallas, que más parecen tener tintes de peleas entre bandas que intención por mejorar las cosas. Se van desdibujando los poderes de las repúblicas, debilitando a su vez a los ciudadanos, que cada día tienen más de espectadores que de partícipes y decisores. Algunos discursos hablan de “independencias”, por supuesto, con un fondo de verdad indispensable para hacer creíble la intención. Independencia de: Estados Unidos, los monopolios extranjeros, las inversiones europeas, el pensamiento externo, la penetración cultural, la industria foránea, la tecnología importada, el F.M.I, el club de Paris, el Banco Mundial, la bolsa de Wall Street, la energía generada por empresas internacionales, las telefónicas…y sigue, acorde a la ubicuidad de quien imparta su discurso a multitudes movilizadas con prácticas demagógicas. Bonito guión para una película donde la inter-dependencia de las naciones pudiera soslayarse alegremente. El continente no está definido, salvo en los mapas. Brasil encuentra petróleo por un aparente golpe de suerte y lo comunica “urbi et orbi”, dando señales de que no aceptará discusiones con respecto a su liderazgo regional, ni siquiera de un Chávez que no pudo romper el frívolo molde Sarkozyano, mostrándose con Naomi Campbell y dejando correr el absurdo de un romance. Se suma a la gesta estadista-modelo un Vladimir Putin que ahora también juega al fauno, regodeándose con el prospecto de su próxima boda con una modelo treinta y dos años menor. Y, los noticieros, aprovechan el interés que concita esta especie de circo frívolo donde se olvida que la Campbell es nada más que una modelo, con bastantes problemas de conducta, por cierto; la gimnasta rusa ama los lindos ojos de Putin y no su poder y Chavez…¡qué lindo es Chávez!, acorde a los dichos de la prensa oficialista venezolana. Carla Bruni reparte fotos y sonrisas como si fueran favores, y soslaya la responsabilidad y el decoro ceremonial propios de una Primera Dama…evitando encontrarse con Nuestra Presidente. El campo argentino plantea sus reclamos, acorde a sus dichos, de la única manera que puede, generando un estrangulamiento alimentario a las alacenas de la capital argentina; mientras, el gobierno responde con un modelo parecido al napalm, incendiando las naves de la concordia, poniendo al fuego en manos de operadores que parecen “salvavidas de plomo” para un modelo que ha tenido éxitos indiscutibles, pero no sabe resolver su relación con la libertad de prensa. Tanto es que no sabe resolverlo, que deja un saldo de suspicacias que serían evitables en el caso de escuchar las recomendaciones de la Sociedad Interamericana de Prensa y las voces de muchos periodistas independientes que “solo” quieren cumplir su rol frente a la sociedad, esto es: informar objetivamente. Es que de alguna manera se ha volcado también un manto de sospechas contra la prensa en su conjunto, olvidando que muchos comunicadores apenas llegan a fin de mes y solo responden a sus valores y principios; no juegan al poder, solo lo exponen a la mirada de la ciudadanía. Visto este modelo vernáculo, es evidente el paralelismo con Venezuela, Bolivia, Ecuador, Colombia, etc. Hasta dónde soportará el hastío el hombre común, que siente cada vez más el síndrome de la “Rosa Púrpura del Cairo”, siendo un espectador que entra en la película “de prestado”. Se escucha hablar de Bolívar y San Martín y de sus ideales continentales en muchos discursos, para luego hacer todo lo posible para que la confrontación torne imposible el modelo propuesto hace casi dos siglos. El Rey de España manda a callar a Chávez, Chávez se pelea con Uribe y a él se suma Correa, Sarkozy le pide a Cristina Fernández de Kirchner que baje los humos del venezolano, mientras propone aceptar guerrilleros de las F.A.R.C. , prisioneros en Colombia, para facilitar el canje por los rehenes. ¿Le pedirá a Cristina que haga lo mismo? Probablemente Francia acepte alegremente que un muchacho con más amor por su fusil Kalashnikov que por las urnas pasee por Paris. ¿Los argentinos aceptaríamos lo mismo? Hasta aquí, “poderes ejecutivos”. Pero ¿Y los otros poderes de las repúblicas? Queda claro que serían los únicos que podrían ordenar este caos de confrontaciones mediáticas y, de hecho, garantizarían la defensa de los intereses de las naciones por encima de las luchas de poder. Porque de eso se trata: de poder. En ningún caso se escucha discutir ideas. Todos son buenos y malos, dependiendo de cuánto se alejen de la Constitución y las leyes de sus respectivos países. Los ciudadanos de a pie sospechan intereses de los que no se habla, salvo cuando hace falta resaltarlos para desacreditar a un rival. Las compañías de teléfonos se fusionan con las multimedia para llegar al nuevo negocio estrella, el “triple play”. De ese sencillo dato pueden inferirse muchas de las causas reales de los enfrentamientos. Umberto Eco dividía el poder entre los medios y la política: verdad absoluta. Pero, la democracia espera poder funcionar en nuestros voluntariosos países. Algo bueno debería suceder con el tiempo. El problema es que algunos repiten, inconscientes de su finitud humana, que hay que saber esperar. Mi padre decía que: saber esperar, sabe cualquier zoquete, el problema es “poder” esperar. Pero, en realidad, no esperemos sorpresas. El rumbo de la confrontación en los medios tiene un solo final, y el mismo es lesivo para toda Latinoamérica. Alguien decía: “yo no pienso como Usted, pero daría mi vida para que pueda decirlo” Solo con medios independientes se puede ahorrar esa vida ofrecida generosamente. Espero que bajen las confrontaciones de circo político-mediático, pero que nunca se dejen de decir las cosas. Hasta que lo que se vea… sea lo mismo que nos dicen.


 
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