El compromiso.
COMPROMISO CON EL COMPROMISO Por Martín Bermúdez. “Un compromiso vale lo que nosotros queremos que valga”. La trampa de esta definición está en ella misma. Cada compromiso asumido es una promesa hecha a nuestra conciencia por sobre todas las cosas. Livianamente asumimos teorías exculpatorias para cada falta a una promesa sin darnos cuenta que defraudamos a muchos de los que nos tienen fe y honran a nuestro compromiso más que nosotros mismos. Qué es un compromiso? Un matrimonio, una familia, una carrera, un trabajo, una cita, nuestra imagen. Nuestra imagen es un compromiso, es lo que prometemos a aquellos que nos conocen y nos valoran por nuestros dichos y luego nos condenan cuando nuestros hechos son diferentes a la promesa. Vivir en una sociedad lleva implícito un lazo de este tipo. Si logramos evitar el divorcio entre lo dicho y lo hecho comenzamos a tener prestigio. Nos convertimos en alguien confiable. Pero qué pasa cuando la promesa es un símbolo en sí misma, cuando el que promete es un hombre público, cuando la promesa enciende la esperanza? La trampa es doble. Sin embargo desafiamos nuestra ética cotidiana mirando a un costado cuando en campañas electorales nos prometen ocuparse de nuestros problemas y luego nos estafan. Se promete salud, educación, trabajo, estabilidad, dignidad. La misma dignidad es lo primero que perdemos cuando el incumplimiento de la promesa electoral nos enajena los otros valores. Para recuperar la dignidad solo hace falta usar otra vez la bendita palabra: “ compromiso”. Pero esta vez con nosotros, nuestros hijos, nuestro país y el futuro. Esta vez con la verdad. Seremos jueces y parte, pero construiremos un futuro más cercano a la coherencia. Si no cumplimos, nos lo demandarán nuestra conciencia y nuestros afectos. Quizás esto sea mejor que dejar que la demanda por la falta de compromiso la hagan Dios y La Patria. Esa demanda nunca prospera. El compromiso es con nuestros hijos.