Visión sobre Kirchner en 2004.
Kirchner no es el diablo. Por Martín Bermúdez. “ Kirchner no es el diablo” decía en el reportaje que le hicimos por teléfono el prestigioso periodista Jorge Ramos. Resumía de esta forma la perspectiva de un hombre de medios que entre otros títulos tiene una Maestría en Relaciones Internacionales. No se trata de un periodista más. Conduce desde 1986 el Noticiero de Univisión, el canal hispano más visto en Estados Unidos. Un hombre acostumbrado a reportajes que van desde Fidel Castro hasta George Bush y que en este momento cualquiera de los dos candidatos para las próximas elecciones en ese país sueña con reclutar para captar la intención del voto hispano. Esto no es gratis: se lo considera uno de los diez latinos más influyentes en una nación que asimila a las corrientes migratorias latinas pero no logra fundirlas en su “ crisol de razas” ( melting pot). De esta forma se consolida el poder de los millones de inmigrantes que han buscado una mejor oportunidad pero no reniegan de su idioma. A estas alturas uno comienza a entender que la imagen Argentina en Latinoamérica es más importante que lo que quieren reconocer algunos estadistas que miran solo al norte y a Europa. Los mismos latinos que hoy no cuidamos ni entendemos pueden llegar a ser el día de mañana los que decidan, desde el poder alcanzado en Estados Unidos, el futuro de nuestras relaciones siempre complejas con dicho país. Relataba Jorge Ramos que en un principio hubo inquietud por el rumbo que podía tomar Néstor Kirchner a partir de alinearse con Castro y Chávez, generando un “ eje de izquierda”( SIC). Otro dato no menor fueron sus apreciaciones sobre la independencia del periodismo como un factor imprescindible en el camino del fortalecimiento democrático. Han surgido en varios medios notas acerca de la presión que estarían ejerciendo algunos funcionarios de la actual administración para bajar los decibeles de las críticas. Si esto es verdad, sería bueno que el Presidente tuviera rapidez de reflejos para desmantelar esas prácticas. No cabe duda de que en muchos casos arrecian las críticas fogoneadas por operadores políticos y sus medios afines. Pero tampoco escapa a nadie que las cosas no están perfectas y solo desde la crítica se puede construir el consenso. Las encuestas y la imagen son una trampa siempre abierta para los políticos. Se acepta mansamente que un exiliado trasandino haga un discurso perverso cuestionando la moral del accionar del Primer Mandatario, mientras demuestra un absoluto desprecio por la justicia y las instituciones que él mismo ayudó a destruir. Pero no se tiene la inteligencia de abonar con hechos la falta de entidad de las acusaciones. Esto genera desconfianza, aquí y afuera. Por otro lado, algunos comunicadores hacen un ejercicio de desprestigio para la prensa convocando a sus programas a un ex presidente que cuando menos debiera tener el pudor de llamarse a silencio. Cuando John Lennon fue asesinado hubo un pacto tácito para no nombrar nunca a su asesino y así se hizo. Hoy duele ver que no tenemos la entereza de negar el tiempo de micrófono a un hombre que cuando tuvo oportunidad de hablar con los hechos solo atinó al desatino y la mala praxis política. De La Rua habla de una conspiración mediática. Falacia en parte, no reconoce que la operación de imagen que lo llevó al poder al carecer de sustento genuino se le volvió en contra. La imagen pasó, el dolor y el fracaso quedaron para siempre y ahora no hay más tiempo para explicaciones. Uno desea fervientemente que Kirchner no caiga en una trampa similar. Solo basta con ponerse a la altura de las circunstancias y gobernar dejando que hablen los hechos. Si los ministros no quieren críticas, que se vayan los ministros. El elegido fue el Presidente, el resto fueron nombrados. Kirchner no es el diablo, pero algunos funcionarios intentan hacer diabluras.