Martin Bermudez Opiniones y Dudas

jueves, febrero 23, 2006

A vacunarse!!!!!

El coraje como vacuna contra la estupidez- Por Martín Bermúdez. En su libro “Historia de la estupidez humana” concluía Paul Tabori con la siguiente verdad: FIN ( Aunque la estupidez humana no tiene fin). Afirmaba de esta forma una idea que siempre hemos tratado de ocultarnos en nuestro universo conciente. Es verdad que la estupidez no tiene fin. Pero algunos grados de la misma podrían evitarse. Hay una marcada tendencia de algunos dirigentes políticos a creer que la que no tiene fin es la “estupidez social”. Alguna razón les seguiremos dando para que acepten esta verdad como un paradigma que condiciona la relación gobierno-sociedad. La construcción de algunos discursos en los últimos días parece estar condicionada por esta idea. Alguien puede creer a esta altura de los acontecimientos que la profunda motivación de cada uno de los actores de este drama social y político es puro altruismo? Crecen las denuncias cruzadas y aumenta nuestro desconcierto. Todo parece indicar que detrás de los discursos altisonantes solo se esconden peleas por poder y dinero (más o menos lo mismo). Mientras tanto, aceptamos que las leyes sean de funcionamiento selectivo y no nos ruboriza el aceptar encuestas que nos dicen como nos sentimos (la verdad la tienen las encuestas y no nuestra conciencia). La peor injusticia la producimos al aceptar mansamente que con un rumbo incierto y un equilibrio político frágil vamos a solucionar la peor de las injusticias: la social. Tal es la desigualdad social que privamos de educación a muchos que el día de mañana estarán aún más excluidos precisamente por esa carencia. La deuda social crece y no encontramos la fórmula para remediarla. Es ahí donde nos vemos forzados a aceptar como única vacuna el coraje. El coraje cívico, el coraje de aceptar que los pobres son nuestros, el coraje de reconocer que toda vez que alguna medida económica nos da un poco de alivio miramos a otro lado para evitar las miradas de los excluidos. Ese coraje es el que falta. Y fundamentalmente: el coraje de decir que no nos tomen por estúpidos.


 
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