Martin Bermudez Opiniones y Dudas

viernes, junio 11, 2010

Alta en el cielo.

El avión entra en la cabecera de la pista. En la cabina de pasajeros se escucha un anuncio desde la cabina de comando: “Tripulación de cabina, ocupen posiciones para el despegue”… Y comienza el rugido de cuatro motores, el empuje casi salvaje, la carrera que permitirá un salto hacia el cielo. Algunos miran por las ventanillas, los tripulantes están atentos a todo; algunos viajeros, que todavía abrigan temor de volar, tensan los músculos y, el avión, ese amigo confiable y cuidado, alcanza su velocidad de referencia, a casi doscientos cincuenta kilómetros por hora y…vuela. Un minuto. Un solo minuto que resume sesenta años de historia; de llevar y traer emociones, ilusiones, sueños y proyectos. Un minuto que muestra todo: el profesionalismo, la pasión, el estudio, el esfuerzo, el coraje, el trabajo de nueve mil hombres y mujeres. Un minuto que sentí propio hace ya más de veinticinco años. Han pasado tantas cosas, tantas administraciones, tantas promesas… Y nosotros, seguíamos, empujando el futuro, aunque los vaticinios eran pesimistas. Y debíamos escuchar voces, no desinteresadas por cierto, que desde una peligrosa ignorancia opinaban sobre Nuestra Empresa. Voces que pregonaban el cierre como la “única solución”, evitando mirar la realidad de la industria en el mundo; que hablaban en términos absolutos sobre privado o estatal, olvidando los conceptos de Servicio y Público. Sobraron las muestras del peligroso rumbo de la aviación en manos de empresarios inescrupulosos, mientras nosotros, los aeronáuticos, seguíamos fielmente concentrándonos en ese minuto del despegue. Porque había que volar… Y ahora, un nuevo punto de partida. Se presentó en Aeroparque, en los hangares, el plan de negocios 2010-2014. Hubo discursos, justos, no excesivos. Y los nuevos colores de nuestros aviones y la nueva esperanza. Un plan no deja de ser una visión, que de nada sirve sin propósito. El plan lo explicó un joven economista, Axel Kicillof, con un entusiasmo contagioso, sustentado en números, proyecciones y realidades, que los presentes conocemos desde siempre. El propósito quedó de manifiesto, con solo observar a más de mil empleados de la compañía tomándole examen a la propuesta y aplaudiendo rabiosamente . Algunos habían estado trabajando toda la noche y, sin descansar, hicieron acto de presencia. Otros, salieron corriendo a sus casas, a vestir el uniforme y redoblar el esfuerzo, ahora que hay rumbo. “Volemos juntos”, proponía una de las consignas. “Recobremos el orgullo”, rezaba un cartel y yo pensaba que nunca lo perdimos, a pesar de los avatares. “Creamos que es posible” decía otro, y por cierto, todos lo creemos, aunque las voces poco claras de algunos intereses muy oscuros prediquen lo contrario. Por supuesto, la prensa del día siguiente no pudo, ni quiso, ni supo reflejar la emoción, ni tuvo el rigor intelectual de hacer un enfoque serio del plan expuesto. Pero estamos acostumbrados; volamos bien aunque el cielo sea tormentoso. Nos concentramos en ese minuto, desde los talleres, el call center, los mostradores, las cocinas, las rampas, las bodegas, las oficinas, todos corremos junto al avión, absolutamente todos. Y cuando lo vemos en el cielo, cuando repasamos nuestra historia, cuando miramos a nuestros colegas, que entraron jóvenes a trabajar, con menos canas pero con la misma sonrisa, entendemos que hemos pasado la vida festejando despegues y aterrizajes, con la misma pasión y compromiso que hoy. No hay dos realidades, hay una sola, pero muchas voces que tratan que se vea de otra forma. No hay dos Aerolíneas, sino una, sólida y sustentada por sus trabajadores, que no han descuidado ni un instante las prioridades de la profesión, que pueden haber diferido muchas veces en la forma de encarar algunos temas, pero que siempre supieron lo que querían: mantenerla en vuelo. Puede que muchos de mis colegas, como yo, hayan entrado en el último lustro de servicio aeronáutico; puede también que haya dudas, siempre las habrá; pero hemos hecho país, hemos hecho patria con lo que teníamos, poco o mucho, pero nuestro. Hay nuevo plan, hay nuevos colores, hay nueva imagen y acompañaremos, porque hemos vivido en, con y para Aerolíneas Argentinas. Para verla como siempre: Alta en el cielo.


 
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