Si vis pacem…construye la paz. Y no habra vientos de guerra.
“Si vis pacem Para Bellum” reza el viejo apotegma. Si quieres paz, prepara la guerra. Puede que en otro contexto, otro tiempo, con otros paradigmas, fuese verdad, aunque sea a medias. Pero ¿Hoy? ¿Podemos aceptar livianamente que alguien hable de guerra? América latina ha sido (y lo sigue siendo) escenario de guerras, rebeliones sangrientas, dictaduras asesinas; campo de batalla secundario de la guerra fría, territorio de experimentación para sanguinarios dictadores alineados con una u otra potencia. Y mientras tanto, sojuzgada, so pretexto del enemigo externo, permitiendo que se instalaran regímenes de una dureza execrable. Ya bastantes intereses cruzados tiene este sistema asimétrico; pocos nos quieren unidos. Sin embargo, la unión de América debe ser el resultado de la aplicación del humanismo, entendiendo a tal como el cúmulo de medidas de gobierno y políticas de estado que pongan siempre al hombre en el centro de la escena. Si ponemos al hombre en el centro: ¿Dónde entra la guerra? Recuerdo un reportaje radial que le hice a la corresponsal y excelsa periodista Karen Marón. Ella estaba en Bagdad y yo cómodamente en Buenos Aires. La guerra parecía lejos, muy lejos…hasta que comenzó a hablar. Hacía pocos días yo había leído un libro sobre traficantes de armas, que hablaba de “los huérfanos de la guerra”. Por supuesto le pregunté sobre el tópico, ya que es sabido que los corresponsales, con el alma desagarrada, muchas veces terminan intentando salvar niños adoptándolos. Ella lloró y me dijo: Ayer…estuve averiguando… Yo también lloré. La guerra, querido lector, es la peor atrocidad de la que es capaz el hombre. La Argentina podría ser considerada un país pacifista, salvando la “etílica” experiencia de Malvinas, sobre la que nunca hablamos lo suficiente y ocultamos a las víctimas de un General innoble, que cometió un error desde el punto de vista estratégico, una estupidez desde el enfoque diplomático y una canallada desde el punto de vista humano. Pero si un país es pacifista, debe demostrarlo y separarse rápidamente del discurso peligroso de aquellos que consideran la guerra como una opción. ¿Nadie recuerda la película “El huevo de la serpiente”? Se puede aceptar que un megalómano, con un proyecto mesiánico, ligado a fundamentalismos extra continentales diga, en una de sus habituales obnubilaciones efervescentes oratorias, que “soplan vientos de guerra”. No lo acepto, de ninguna manera. No pienso callarme la boca mientras se juega la posible futura orfandad de millones de niños, solo porque el tipo está loco y nadie le dice nada. Cambiemos de carril, crucemos la calle, cambiemos la agenda y el teléfono, cerrémosle la puerta, ¡Basta! Ahora dice que nos va a comprar más…no gracias, tengo otros clientes que no hablan de guerra. Si vis pacem Para Pacem. Si quieres paz, prepárate para la paz… educa a tu pueblo, consolida la justicia, cuida el medioambiente, produce alimentos, asegura el bienestar de tus ciudadanos dándoles condiciones de igualdad, mejora tu industria, termina con la corrupción, dales trabajo, fomenta los valores… Si quieres paz, prepárate para la paz, alejándote de los que hablan de guerra.